23 de abril de 2013

Gymkhana burocrática (4): el edicto misterioso.

Sentimos haberles abandonado en nuestra prometida entrada del lunes, pero por causas de fuerza mayor y enfermedad del choopla, hemos tenido que aplazar el escrito de este encomiable documento.

Pasó junio. Pasó julio. Y llegó agosto. Pasados cuatro meses desde que en el ya lejano abril entregase yo los documentos en ventanilla, con el funcionario de turno alentando mis ilusiones de tener la capacidad en tres meses, perdí la esperanza, y si sumamos a esto los 40 grados a la sombra de cada día en el mes de Ramadán en el desierto, el noveno mes de embarazo (con su consiguiente calorazo, que convertía los mentados 40 grados en algo así como 60), y el agobio terrorífico de estar en aquel momento viviendo en una habitación y buscando piso (esta es toda una aventura a la que dedicaré otra saga), mis picos de estrés casi se encargan de que también perdiese la cordura.

Y entonces volvió la mamma de la tierra de piel de toro, y aunque llamó al consulado del desierto para averiguar qué es lo que se cocía tras sus inhóspitos muros, no obtuvo ninguna respuesta convincente (porque el hombre bucólico, el que me dijo lo de los tres meses, el que resopló cuando le dije que yo antes vivía en Tokyo, el mismo, señores, que tras entrevistarnos puso en clara evidencia que no se había molestado en mirar el dossier antes de citarnos, ese hombre estaba de vacaciones).

Y pasó lo que tenía que pasar.

Lo que yo había temido como si fuera la peor de mis pesadillas, ocurrió.

El choopla nació antes de que tuviésemos en nuestras manos la capacidad (cual imposible Santo Grial).

Y ya no hubo vuelta atrás.

Por si se nos ha olvidado a dónde queríamos llegar con toda esta gymkhana burocrática, el objetivo principal era conseguir la capacidad antes del nacimiento del choopla, para que Don Daddy y yo pudiésemos casarnos antes del evento, y registrar a la nena inmediatamente, que no reconocer su existencia está muy feo, por no mentar de nuevo las posibilidades de Don Daddy de convertirse en convicto por engendrar hijos bastardos.

¿Y ahora qué?

Como no sirve de nada lamentarse, aquí es donde nos tocó apandar con los acontecimientos y seguir la ruta número dos, el plan B, o lo que es lo mismo, la segunda gymkhana burocrática, diseñada para desquiciar a las mentes más estables.

El edicto, y por consiguiente, la capacidad no llegó a nuestras manos hasta noviembre, una vez que, tras negarse el consulado del desierto a preguntar a la embajada de Tokyo si lo habían enviado de vuelta ya (¿que no son coleguitas? ¿que no trabajan para el mismo gobierno? ¿que no es lógico que se puedan poner en contacto? y lo más inquietante, ¿no saben los del consulado del desierto buscar el número de teléfono del Chiringuito de Roppongi online, que está a la vista de cualquiera?) - con el consiguiente resultado de que yo misma tuve que esperar una noche a que me dieran las tantas jigonas (por aquello de la diferencia horaria) para llamar a la hora de apertura y preguntarle al funcionario de turno si tenían allí mi edicto y si lo habían enviado, para que me dijeran que "sí, ¿por qué? ¿no ha llegado ya?" y ante mi negativa, fuesen ellos, serviciales, los que se ofreciesen a enviar una copia via fax, para agilizar los trámites.

Por entonces, el inexistente choopla tenía ya 2 meses y poco.

Y como no todo es tan fácil como parece (con lo sencillo que es decir "me caso y registro al choopla") nos embarcamos en otra odisea digna de Ulises, todo ello con el objetivo de casarnos, requisito previo para hacernos con un libro de familia que a día de hoy no tenemos (ya que el juzgado del desierto no dictaminó el matrimonio como válido hasta el 28 de febrero y de ahí a que recibiésemos el certificado pasó un mes) y que resulta ser necesario para, probablemente mediante otro proceso judicial (y lo que farda pasarse la vida en el juzgado) por fin, ¡por fin! registrar el nacimiento del choopla, que a estas alturas ya es un acontecimiento muy, muy antiguo.

4 comentarios:

  1. ay madre, y yo me quejaba de lo mio! esto si que debió ser difícil, me alegro que ya estés legalizada que es lo importante, y el resto de tu odisea pues aquí tienes una terapia buenísima para desahogarte jajaja un besote espero que la choopla esté mejor

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    1. ¿Legalizada? ¡Qué va! xDDD El día 28 de febrero dictaminaron que estábamos casados... el certificado nos lo dieron un mes más tarde, y a día de hoy estamos esperando por el libro de familia, o sea que el choopla sigue sin existir... (y a mí se me ha caducado la carte de sejour) Ya verás, ¡ya! Un besote :)

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  2. Esto está super fuerte, me encanta leer sobre procesos burocratas de ultramar y más si tienen que ver con criaturas que se antojan de venir antes de lo previsto (yo me casé embarazada, mi boda se suponía que sería este año y no en 2012 jajaja).

    Me alegra mucho que hayas abierto un blog y compartas tus historias con nosotras. ¡Quedo con hambre de más!

    Un abrazo desde Budapest

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    1. Jajajaja... fuerte es poco. Yo ya me río por no llorar pero la verdad es que lo he pasado fatal... (sigo estresada pero la verdad acaba por resbalarte todo un poco). Lo más loco es que el proceso burócrata de ultramar, hasta donde he relatado, solo concierne al lamentable consulado español... ¡a partir de ahora vienen las autoridades locales! juOjuO...
      ¡Gracias por interesarte, y espero que sigas con esa hambre tan saludable, y me sigas visitando! jajaja... Un abrazote a tierras húngaras.

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